miércoles, 16 de septiembre de 2009

DE AVIONES Y TRENES

Es conocido el atraso de nuestra aviación civil.

Apenas dos rutas razonablemente atendidas y tres mas en manos de aviones de cerca de sesenta años, con apenas unas cincuenta plazas diarias entre algunas de nuestras ciudades de mas de un millón de habitantes.

Es una larga historia. Desde la crisis del petróleo de 1973 la aviación civil ha sido largamente postergada. Por cierto que a cambio de una mejora substancial en nuestros servicios ferroviarios. Cerca de 3.000 kilómetros de los aproximadamente 12.000 de nuestra red ferroviaria han sido construidos desde ese año, y podemos decir que aparte del servicio de alta velocidad entre las tres principales ciudades de nuetro país cerca del 80 % de nuestra población goza de servicios ferroviarios de alta calidad. El 15 % de la red es de altísima calidad, comunica al 75 % de la población y mueve al 66 % de las cargas nacionales. La actual reforma ferroviaria apunta a que esa calidad se extienda a aproximadamente otro 10 o 15 % mas.

Pero no había motivos para que la aviación civil se postergara tanto. Analicemos: tan solo cinco aeropuertos dignos de ese nombre, el resto de las ciudades usa pistas militares o civiles de tierra, sin servicios de radar ni mayores comodidades para los pasajeros. La antigua empresa de aviación dividida en dos, y una de estas partes, la dedicada al cabotaje, entregada al ente ferroviario, al igual que los servicios interurbanos de ómnibus.

Tras la inauguración del servicio ferroviario de alta velocidad el ente ferroviario, ya constituido como los Ferrocarriles Consolidados, del norte y del sur, pierde todo interés en estos servicios y los traspasa a la Dirección Nacional de Servicios Aéreos, que los opera directamente.

Es hora de aumentar la cantidad de plazas, de disminuir los tiempos de vuelo, y de permitir viajar sin limitaciones como las ahora existentes, las que de hecho han convertido al transporte aéreo en transporte de funcionarios públicos, enfermos y ancianos.

Se debería pensar en revivir las antiguas empresas provinciales, las que con pequeños aviones daban servicio a las ciudades de segunda línea, se debería pensar en permitir líneas entre las ciudades de mas de un millón de habitantes, se debería permitir vuelos regionales a Santiago de Chile, Buenos Aires, Montevideo, Córdoba, Rosario, Valparaíso, San Pablo, conexiones que si bien existen están integradas a vuelos internacionales.

Si bien siempre ha sido una política gubernamental impedir que el costo del viaje sea el elemento que constituya la razón de selección del medio a utilizar, integrando de este modo las tarifas terrestres y aéreas, quizás sea hora de pensar en una nueva forma de articular una política general de transporte de pasajeros a nivel nacional.

Juan Pueblo.

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